EN LA PUNTA DE LA LENGUA

    Así como las células y los circuitos cerebrales distinguen entre la memoria a largo y corto plazo, también parece haber una distinción entre los recuerdos que se han deteriorado más allá de la posibilidad de recuperación y lo que puede denominarse como "olvido transitorio". El olvido temporal, que personalmente me parece profundamente irritante, esa incapacidad para recordar una parte de la información aprendida.
    A menudo experimentamos el olvido como una frustración. Una cartera extraviada, las llaves olvidadas tal como comenté en el post titulado ¡LAS LLAVES! resulta tan desesperante y frustrante tener ese nombre en la punta de la lengua... Hasta hace relativamente poco tiempo la neurociencia sostenía que olvidar era simplemente un fallo en el sistema de la memoria, que el trabajo del cerebro era recopilar y almacenar información, y la incapacidad de retener o recuperar esos recuerdos era fruto de un problema en algún mecanismo neurológico o psicológico. 
Sin embargo, durante la última década la ciencia ha determinado que el olvido no es solamente un fallo de la memoria, sino su propia fuerza distintiva.
Si todos los cerebros animales son capaces de formar nuevas conexiones sinápticas, es lógico que también estén equipados para eliminar esas conexiones.

    El cerebro forma la memoria con la ayuda de un complejo conjunto de herramientas, neurotransmisores, proteínas y carbohidratos, así como otras células. El olvido también tiene su propio conjunto de herramientas moleculares que trabajan para eliminar lo que ya no es relevante.
La mera existencia de estas herramientas neurobiológicas no prueba que sean útilesPero una "constelación de hallazgos" en los últimos años, indica que seleccionar la gran cantidad de información que el cerebro recopila y codifica es una función necesaria de la cognición, tan esencial para la supervivencia como la recopilación de conocimiento útil. Y ahora que sabemos que existe esta función de selección, algunos investigadores están explorando la posibilidad de que las interrupciones del olvido puedan proporcionar información sobre condiciones psicológicas complejas.
Después de todo, olvidar es uno de los aspectos fundamentales de un sistema de memoria. Aunque parezca un contrasentido, sin olvidar nada funcionaría.

    El neurocientífico ganador del Premio Nobel Eric Kandel, profesor de bioquímica y biofísica en la Universidad de Columbia, estableció en la década de los setenta que los cambios en las señales químicas entre las neuronas eran la base biológica de todo aprendizaje o creación de memoria.
Cuando las células cerebrales vecinas, o neuronas, se excitan al mismo tiempo, las sustancias químicas de los neurotransmisores se disparan a través del espacio microscópico entre los extremos de las dendritas delgadas de las neuronas. Este cambio en la sinapsis, el punto de conexión entre las neuronas es lo que crea un recuerdo. Para los recuerdos transitorios a corto plazo ese cambio es fugaz. Sin embargo, cuanto más se vuelve a visitar y repetir un recuerdo, más fuerte y duradero se vuelve ese cambio. Eso es cierto para todos los animales capaces de aprender, desde los humanos hasta el más pequeño y humilde pez. 
Muchos científicos sospechan que este sacrificio de la memoria no esencial es uno de los propósitos clave del sueño. Haber dormido bien una noche, produce literalmente una mente más clara.

    El último avance en el olvido se ha producido al estudiar la neurogénesis, o la formación de nuevas células cerebrales, en ratones. Un estudiante de posgrado ha notado que cuanto más rápidamente se forman nuevas neuronas en el hipocampo del animal, es menos probable que éste recuerde cosas ocurridas hace más tiempo. Los ratones con más células cerebrales han aprendido nuevos laberintos más rápido, pero también se muestran más propensos a olvidar los diseños de laberinto que dominaban antes del crecimiento de su cerebro.
Se sospecha que por eso se hace tan difícil para las personas recordar eventos de la primera infancia, una época de desarrollo neuronal exponencial. En este modelo, el olvido en el hipocampo no es un reemplazo de conocimiento de suma cero, uno por uno, sino una reconfiguración continua de la memoria para que la información más reciente (y probablemente más útil) esté disponible más fácilmente. El mundo cambia, y por eso es más relevante recordar las cosas más recientes para predecir el futuro, que las cosas más distantes.

    A medida que emerge la neurociencia del olvido, algunos investigadores nos preguntamos si los mecanismos que regulan el olvido también podrían contener pistas valiosas sobre otros misterios de la salud cognitiva y conductual.
El objetivo es claro:
Hagamos del alzheimer una enfermedad rara

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