LA SOLUCIÓN NIPONA

Según la Organización Mundial de Salud, el Alzheimer representa entre el 60% y 70% de los 50 millones de casos de demencia que hay en el mundo. 

Se estima que solamente en Japón hay 4,6 millones de personas con demencia. Ante la escalada en los costes de salud y cuidados, y la escasez de cuidadores profesionales, tratan de enfocar el problema aportando soluciones basadas en la medicina e involucrando para ello a toda la población.

Cuanto más conozco a los japoneses, más empatía siento por ellos. Amantes de la seguridad, muy limpios, súper educados, muy disciplinados, de escaso o ningún contacto físico, adoran la confortabilidad… y he de confesarlo, tienen una gastronomía que me encanta y es una de las claves de su longevidad.

El Ministerio de Sanidad Japonés afirma que 4,6 millones de personas padecen alguna forma de demencia en el país. Para dentro de tres años el total de la población con demencia se elevará hasta los 7,3 millones de personas (uno de cada cinco japoneses).

Las reacciones no se han hecho esperar, y el equipo de investigadores de la Universidad Metropolitana de Osaka ha publicado los resultados de sus ensayos clínicos en el prestigioso diario científico Frontiers of Neuroscience.

Se trata de un compuesto formado por Rifampicina, un conocido antibiótico genérico de bajo coste, y un suplemento alimenticio llamado resveratrol, igualmente económico, que ha sido probado con éxito por estos científicos japoneses. 

La rifampicina tiene propiedades beneficiosas para parar el avance de la demencia debida a la acumulación de oligómeros de amiloide, las toxinas cerebrales asociadas con enfermedades neuronales como el Alzheimer, y los experimentos llevados a cabo, demuestran que si se aplica a tiempo, es capaz de parar el avance de enfermedades asociadas.

Desafortunadamente, hay un efecto secundario que hasta el momento se creía inevitable y que había detenido la investigación de esta sustancia: el antibiótico afectaba gravemente al hígado, lo que hacía imposible su uso continuado.

Los científicos japoneses pensaron entonces que debían buscar la manera de contrarrestar este efecto tóxico, y optaron por modificar el método de administración del medicamento. En lugar de utilizar la vía oral, lo cambiaron por vía tópica nasal. Los resultados fueron prometedores: no sólo redujeron el efecto hepático adverso, sino que incrementaron el efecto positivo, elevando el poder del compuesto a nivel cerebral. Esto se tradujo en una mejora cognitiva más aguda que en los pacientes del primer ensayo clínico. 

Los investigadores buscaron también un componente que ayudara a contrarrestar los efectos tóxicos del antibiótico, y lo encontraron en un suplemento alimenticio llamado resveratrol. Esta sustancia es un polifenol natural con múltiples usos y una dilatada historia. Es seguro, protege al organismo contra otros daños, y además, es muy económico.

Aseguran que el resultado de las pruebas ha sido impresionante. El nivel de las enzimas del hígado se mantuvo estable, y no sólo eso: han descubierto que la sinergia de ambos elementos aumenta los niveles de factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF) y su precursor, el pro-BDNF, en el hipocampo. Es decir: el resveratrol aumenta el efecto beneficioso del rifampicin para parar demencias como el Alzheimer de forma más efectiva.

Los japoneses autores del estudio están tan convencidos del potencial de su spray nasal que incluso han creado su propia empresa farmacéutica para continuar probándolo en ensayos clínicos con humanos de todo el mundo.

Ya tengo otro motivo, y esta vez de peso, para seguir venerando la cultura nipona.

El objetivo es claro:

Hagamos del Alzheimer una enfermedad rara.

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