COMBUSTIBLE CEREBRAL

    La grasa puede ser un potente combustible para el cerebro, que adquiere mayor importancia a medida que las neuronas maduras pierden la capacidad de quemar glucosa para obtener energía. La ciencia más avanzada sugiere que una dieta cetogénica, muy rica en grasas y muy baja en carbohidratos, podría mejorar la capacidad de razonamiento de quienes padecen la enfermedad de Alzheimer, y que incluso podría ayudar a reducir el riesgo de contraer este fatídico trastorno cerebral.   

    Una dieta cetogénica típica contiene entre 70 y 80% de grasas, entre 10 y 20% de proteínas y entre 5 y 10% de carbohidratos. Una ingesta diaria de 2,000 calorías, por ejemplo, tendría aproximadamente 165 gramos de grasa, 40 gramos de carbohidratos y 75 gramos de proteína. Esta dieta elimina la mayoría de las frutas y casi todas las verduras con almidón; patatas, maíz, guisantes... Sin embargo, incluye aguacates, huevos, nueces, verduras crucíferas, y la mayoría de carnes y quesos.

    Generalmente la dieta cetogénica produce una disminución de peso a medida que el organismo metaboliza la grasa que tiene almacenada. Sin embargo, también ofrece otros beneficios. Por ejemplo, la dieta es muy eficaz para tratar algunos tipos de epilepsia resistente a medicación, y su uso también se está investigando en casos de diabetes, cáncer y diversas enfermedades neurodegenerativas, entre ellas la enfermedad de Parkinson o el Alzheimer.

    La clave está en que este tipo de dieta, suministra al cerebro otra forma de combustible.

    La dieta cerebral normal es simple: glucosa. Esta forma de azúcar proviene de los carbohidratos que ingerimos. Las mitocondrias celulares, convierten esa glucosa en la energía que impulsa todos los procesos vitales. Sin embargo, cuando se limitan o eliminan los carbohidratos de la dieta, el cerebro puede comenzar a usar su fuente de combustible secundaria: las cetonas. Así como la glucosa es un derivado de la digestión de los hidratos de carbono, las cetonas son un derivado de la digestión de las grasas.

    El organismo puede almacenar grasa para utilizarla más tarde, o puede quemarla para conseguir energía. Algunos tejidos pueden quemar grasa directamente, pero otros, como las neuronas cerebrales, no pueden hacerlo. Por lo tanto, el hígado descompone la grasa almacenada en cuerpos cetónicos. Estos cuerpos ingresan al torrente sanguíneo y son transportados al cerebro, que los utiliza para obtener energía. 

    Cuando se limitan o eliminan los carbohidratos de la dieta, el cerebro puede comenzar a usar su fuente de combustible secundaria: las cetonas. Para activar este proceso, el organismo necesita entrar en un estado metabólico llamado cetosis. Por lo general, se activa cuando la ingesta diaria de carbohidratos es inferior a 50 gramos. Hay algunas formas de inducir la cetosis: ayuno, seguir una dieta cetogénica y tomar un suplemento de aceite de triglicéridos de cadena media (MCT), que básicamente es una fórmula líquida de grasas altamente digeribles.

    Una dieta cetogénica muy rica en grasas y muy baja en carbohidratos, mejora la capacidad de razonamiento de quienes padecen la enfermedad de Alzheimer, y ayuda a reducir el riesgo de contraerlo.

    La enfermedad de Alzheimer se caracteriza por presentar aglomeraciones de una proteína llamada beta amiloide y ovillos de otra proteína llamada tau. Las regiones del cerebro que son importantes para la memoria y el aprendizaje comienzan a reducir su ritmo mucho antes de la aparición de estas proteínas. Las neuronas de estas regiones se vuelven hipometabólicas y pierden la capacidad de absorber y metabolizar la glucosa. A medida que reducen su ritmo, se comunican peor entre sí y pierden la capacidad de eliminar las proteínas tóxicas.

    Sin embargo, la dieta cetogénica es una forma de superar el metabolismo defectuoso del azúcar en el cerebro. Estoy segura de la eficacia de este recurso, puesto que al proporcionar más combustible, acabamos produciendo más energía en el cerebro.

    Diversos investigadores y científicos, entre ellos el Dr Dale. Bredesen con el que tuve el honor de formarme en su protocolo para la prevención y reversión del alzheimer, llevan a cabo con éxito la alimentación cetogénica y defienden su vinculación a la salud cerebral. 

    Todos sus estudios y ensayos clínicos revelan que se produce una mejora significativa en la memoria y otras funciones cognitivas cuando los pacientes que tienen Alzheimer consumen una dieta cetogénica junto con un suplemento de aceite MCT.

    Es importante tener en cuenta que no es aconsejable comenzar una dieta cetogénica sin consultarlo con un profesional. La adaptación suele ser difícil, y puede causar problemas digestivos. Además, debe planificarse con cuidado para garantizar que haya un buen equilibrio de nutrientes. Por tanto, debería estar supervisada.

    En definitiva, mi objetivo no es que todas las personas que tienen problemas de memoria sigan una dieta cetogénica, sino que seamos capaces de comprender el modo en que el metabolismo energético influye en la cognición.

    El objetivo es claro:

Hagamos del alzheimer una enfermedad rara

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